I Encontro de Formación Litúrxica

CUMPLIDORES Y CELEBRANTES.

Reflexión aportada por Donato Dosil.

Miércoles, 14 de octubre de 2009.

Preguntas.

Cuando hacemos preguntas serias es que buscamos.
Una afirmación inicial: Maestro fundamentalmente no es el que enseña. Maestro es el que despierta. “Manolo Aparici”
Podemos decirlo así: maestro es el que despierta enseñando; porque es testigo.
Estamos aquí para ser despertados.

Tiempo para preguntas.

En una ocasión le preguntaban a un obispo:
- Señor obispo, ¿le preocupa el descenso en la asistencia a la misa dominical?
- Sí, claro, me preocupa; pero también me preocupa que muchos asistentes a la misa dominical no lleven a su vida lo que han celebrado.

Son cumplidores. La misa no es envío ni misión, para ellos.
Ya que hemos comido al “entregado” por nosotros, hemos de ir mejorando nuestra actitud de entrega a los demás.
Diácono significa servidor. El auténtico diácono es Cristo mismo. “No he venido a ser servido sino a servir”.

Siguen las preguntas.

La Eucaristía no es una recompensa, no es una golosina. Consumidores. Hay unas fórmulas peligrosas por incompletas, desorientadoras: voy a oír misa.
La Eucaristía no es asistir a un concierto de ópera. Es encontrarnos con alguien. Con alguien que se entrega. Con el entregado.

Preguntas:
1. No es lo mismo soportar que participar. No es lo mismo aguantar que celebrar. ¿Nosotros aguantamos, soportamos la misa o participamos gozosamente? ¿Somos sufridores o celebrantes?

2. No es lo mismo invitar que ser invitados. En la Eucaristía ¿nosotros invitamos al Señor o somos invitados por Él? Somos invitados, “dichosos los invitados a esta cena”. ¿Tenemos cara de invitados o de cansados, de fastidiados?

3. No es lo mismo el asombro que la costumbre. ¿En la Eucaristía nos invade la rutina, la costumbre? La Teología -la Iglesia- ha nacido del asombro. El asombro de unos hombres que descubren que está vivo aquel que consideraban definitivamente muerto. “Nosotros esperábamos pero ya no”, los de Emaús.

4. ¿Por qué acudes a la misa dominical? ¿Por qué hay un precepto o porque sientes necesidad de participar en la Eucaristía? No olvides: la Eucaristía del domingo no es importante porque está mandada; está mandada porque es importante. Es una pena que la Eucaristía dominical “fiesta primordial de la comunidad cristiana (Vaticano II), centro y culminación de toda la vida cristiana, se entienda como un pago de un impuesto semanal. Conocemos la psicología humana respecto a las tasas, a los impuestos: pagar lo menos posible y además se acentúa no tanto el pagar el impuesto, sino el quedar libre de una obligación. Te doy para que me des. El sentido comercial de la Eucaristía. “Te doy una vaca si me das dos sacas de arroz”. Hemos hecho a Dios a nuestra imagen y semejanza.
Consumidores.
Participar de la misa dominical no es cuestión de precepto, es una cuestión de educación; no es una cuestión de precepto, es una cuestión de identidad.
El punto de partida del Concilio Vaticano II a la hora de hablar de la participación de los cristianos en la Eucaristía no es en primer lugar el “deber” sino el “derecho”. Los cristianos, como miembros de un pueblo de bautizados, no sólo tienen el deber, sino el derecho a participar en la Eucaristía.
En el principio no fue la obligación, en el principio fue el amor.
Al irse enfriando dicho amor hizo falta acudir a la obligación y esa obligación tiene fecha: 1215, Concilio de Letrán.
La obligación ayuda cuando falta el apetito. “Tienes que comer” nos dice la Madre Iglesia.
Pero es más importante apresurarnos a recuperar el apetito. La falta de apetito es síntoma de enfermedad. Recuperar el amor.
Los primeros mártires de la Eucaristía. Una historia de amor * .

5. ¿Vemos la Eucaristía para sólo recordar? En las plegarias eucarísticas decimos: “al celebrar este memorial de la Pasión, de su santa resurrección”. Para nosotros memoria es recordar cosas. Pero “memorial” referido a la Eucaristía es mucho más que un nuevo recuerdo. Quiere decir actualización de un hecho, hacerlo presente, no sólo recordarlo. No contemos viejas historias ni removamos viejos recuerdos. Memorial significa regreso, contacto. E la presencia del Resucitado. La Eucaristía no es sólo hacer algo; es encontrarnos con alguien. No es el simple recuerdo de un acontecimiento pasado, sino la actualización, mediante el rito y los signos, de ese acontecimiento. Es un sacramento.

6. Es verdad, una parte muy importante de cristianos prescinden de la práctica dominical. ¿Cuáles son los motivos que están provocando el abandono de la práctica dominical? Será el tema de otra jornada.

Pero otra pregunta casi final, con una pequeña dosis de picardía: ¿por qué practicaba antes la gente? Consumidores, cumplidores y celebrantes.

Finalizo con unas palabras de un documento del s.III, Didascalia de los Apóstoles, que dirige a los obispos: “Cuando enseñes, ordena y persuade a tu pueblo de que sea fiel a reunirse en asamblea…,que nadie disminuya el cuerpo de Cristo…, no privéis a nuestro Salvador de sus miembros”. No acudir es empobrecerse a sí mismo y a la comunidad, es empobrecer a Cristo, privándole de sus miembros.

Una pista: “Lo contrario de un pueblo cristiano es un pueblo triste” (Bernanos)

¿Qué le pedirías a un amigo tuyo si se ordenase sacerdote? Que sea feliz en el altar.

Kafka, escritor checo, escribía: “el domingo es un milagro cuyo resplandor percibo desde el despertar del lunes”



* Una historia de amor.

Diocleciano, emperador romano (sIII), perseguidor de los cristianos. Una de sus múltiples y caprichosas leyes consistió en prohibir a los cristianos sus encuentros dominicales.
Cuentan los historiadores que un día, sus soldados sorprendieron en Abisinia, una población situada en la actual Túnez, a un grupo de cristianos celebrando la Eucaristía.
Detenidos, el 12 de febrero del año 304, les hicieron comparecer en Cartago ante el procónsul Anulino. ¡Vaya nombre!. Este fue el diálogo:
- Habéis actuado en contra del edicto del Emperador.
- Sí, lo sabemos. Hemos celebrado en mi casa el día del Señor- respondió un tal Emérito.
- ¿Por qué no cumplís con lo mandado?- preguntó Anulino.
Contestaron:
- nosotros no podemos vivir sin celebrar la Eucaristía, el día del Señor.
Fueron condenados a muerte. Treinta y ocho hombres y dieciocho mujeres fueron los primeros mártires de la Eucaristía.